viernes, 28 de noviembre de 2008

Personajes de la Odisea



La Odisea no presenta una gama tan variada de personajes como la Ilíada, pero ofrece campo abundante y propicio para un análisis del que se extraen curiosas conclusiones.

ODISEO

Único, genial, arrebatador, irrepetible. Lleno de energía, de imaginación, de ingenio, de habilidad. A veces sin escrúpulos, a veces cruel, a veces tierno. Siempre exigente con sus compañeros, Siempre en movimiento, siempre activo, siempre dinámico. Solo se duerme una vez durante la travesía, y su sueño tiene funestas consecuencias. Él dirige su propia nave, marca su rumbo y decide adónde quiere ir. No es un vagabundo. Siempre sabe que su meta es Ítaca. Sabemos cuál es el destino final; sus peripecias son escollos que debe superar para llegar al objetivo fijado. Odiseo parece ser el único que lo tiene claro. No así sus compañeros que se acomodan en la primera isla en la que atracan. La capacidad para la acción oscurece su lado sensible y sentimental. Odiseo siente vergüenza ante Nausícaa y sus amigos, llora en la Corte de Alcínoo, llora en la gruta de Calipso añorando su tierra. Sin embargo, aguanta al cíclope y resiste la prueba de la bajada al mundo subterráneo.
He ahí la segunda gran característica de Odiseo: su capacidad para resistir, para soportar adversidades, dolores físicos y dolores morales. Todo el aguante tiene sentido si sirve para salvar escollos y llegar a la meta. Dinamismo, imaginación, energía, resistencia y tenacidad.

PERSONAJES DE ÍTACA


-PENÉLOPE. Paradigma de la esposa fiel y abnegada. Tiene, también, otros valores, como su tenacidad y su resistencia o su ingenio y su imaginación para engañar y burlar a los pretendientes. Además, es una mujer que, en su aparente pasividad, está activa. Mientras el esposo se mueve por el mar, ella teje y desteje, símbolo de que realmente comparte todo con él. La sostiene la esperanza, esa idea arraigada en el alma griega. Saca fuerzas de flaqueza y, aunque está a punto de derrumbarse, resiste. Cuando tiene a Odiseo frente a frente, lo ignora; en la distancia, en cambio, se identifica totalmente con él.


-TELÉMACO. Su perfil es el de joven impulsivo y cariñoso que capta la situación del padre y la asume como propia y, en consecuencia, presta una colaboración y una ayuda excepcionales. Su navegación carece de incidencias; su perfil se agiganta en Ítaca, donde no duda en pisar un terreno comprometido. Al igual que su padre y que su madre, está siempre en movimiento. Compone un cuadro familiar en el que ninguna de las tres personas tienen tiempo para el descanso. Padre, madre e hijo, cada uno en su área de movimiento y de influencia, están en acción. De ahí que el poema resulte trepidante.

OTROS PERSONAJES DEL ENTORNO DEL PALACIO

-LOS SIRVIENTES. Estos personajes de palacio se han escindido en dos bandos: los que mantienen la fidelidad a su señor y los que se han pasado descaradamente al bando de los pretendientes, pensando, sin duda, que vendrán tiempos mejores para ellos si cambia la situación. Eumeo, Filetio y Euriclea son un canto al valor de la esperanza, la fidelidad y la lealtad, valores difíciles cuando el tiempo pasa y las circunstancias son adversas. Por contraste, el cabrero Melantio y al menos doce de las cincuenta esclavas de palacio -así la señala Euriclea- han abandonado a Penélope, y están más pendientes de tontear con los pretendientes que de cumplir con sus obligaciones. Representan la negación de los valores antes puestos de relieve


-LOS PRETENDIENTES. Son individuos que no tienen valores, a quienes no les importa la dignidad, la fidelidad o la lealtad y que quieren enriquecerse enseguida sin trabajar.

PERSONAJES FUERA DE ITACA


Todos los personajes que salen al encuentro de Odiseo, sea por mar, sea por tierra, tienen un significado. Hemos visto a los que Odiseo encuentra en tierra. Veamos a los que se tropiezan con el héroe en su azarosa navegación: unos son humanos; otros, fantasiosos e irreales; otros, alegóricos; unos, individuales, y otros, colectivos.

PERSONAJES FEMENINOS

Representan los tres tipos de mujeres que pueden aparecer en la vida del hombre, y por eso aparecen en la navegación de Odiseo.


-CALIPSO. Da rienda suelta a la pasión física que siente por Odiseo. Él consiente al principio, pero con el tiempo la situación se vuelve absurda.


-CIRCE. Convierte a los hombres en cerdos; es la mujer que engaña a los hombres. En el caso de Odiseo lo intenta, pero no lo consigue. Tiene el héroe recursos suficientes para salir airoso del encuentro con ella; no así sus compañeros, que, al momento, sucumben a su seducción.


-NAUSÍCAA. Es encantadora, pero infantil. Por un instante se deslumbra, e incluso Odiseo parece sentir una cierta atracción por ella. Pero Nausícaa tiene su boda ya apalabrada y Odiseo está ya cerca de Ítaca.
Las tres mujeres se oponen a Penélope, que es, al fin y al cabo, el punto de referencia de Odiseo. Calipso, Circe y Nausícaa aportan al héroe vivencias, experiencia, pero le hacen perder el tiempo, eso sí, de buena fe. Odiseo tiene ganas y prisa por llegar a Ítaca; no se encuentra a gusto ni en la gruta de Calipso ni en el palacio de Circe; en la Corte de Alcínoo se relaja porque le es imprescindible, pero entre la maleza frente a Nausícaa se encuentra en una situación incómoda.


Todos los demás personajes son fundamentalmente alegóricos.

ALEGORÍAS DE LA VIOLENCIA

-CÍCLOPE. Representa el monstruo la fuerza bruta, la violencia desmedida a la que no se debe replicar con las mismas armas. Odiseo, frente a la violencia que debe ser afrontada porque no puede ser esquivada, representa la inteligencia, el sentido común. Ni piedras, ni palos; un simple odre de vino, gran diligencia en la acción y astucia; esas son sus armas.


-LOS CICONES. Son un pueblo violento, que replican a una incursión que Odiseo ha realizado en su tierra para hacer provisiones y poder avanzar. Conseguido el objetivo, debe marchar. Los compañeros no lo entienden y por su tardanza son atacados por los Cicones.


-LOS LESTRIGONES.
vienen a ser una reedición del cíclope; personajes gigantescos de cuerpo pero no de mente, violentos y agresivos. Arrojan grandes peñascos sobre las naves de Odiseo y son muy numerosos. Por ello, ese grupo debe evitarse. Al personaje violento, si presenta batalla, debe hacérsele frente con la inteligencia; si es más numeroso y especialmente agresivo, hay que huir de él con rapidez.

ALEGORÍAS DE LA SEDUCCIÓN

Cuatro tentaciones acechan a los navegantes: el hambre, el cansancio, la desesperanza y la lentitud.


-EL PAÍS DE LOS LOTÓFAGOS y LAS VACAS DE HELIOS. Pueden saciar el hambre de los viajeros, pero a costa de cobrarles un precio muy elevado. El dulzor del loto atonta, sacia el cuerpo y obnubila la mente; el que come de ese fruto quiere quedarse en esa isla para siempre, se olvida de volver a su punto de destino. Las vacas del Sol son sagradas; dicho de otro modo, son alimento prohibido.


-EL ODRE DE EOLO.
Bien utilizado, es positivo; aviva la marcha de la navegación; mal utilizado, da al traste con ella. La navegación tiene su ritmo; la impaciencia, la lentitud, la pérdida de la fe en la empresa es lo que impulsa a los compañeros de Odiseo a hacer un uso negativo del odre. Claro que el héroe ha cometido un error; humano como es, se ha dormido -rendido por el cansancio-. y el que va al frente de la travesía no puede descuidarse ni un instante.

ALEGORÍAS DE LOS SERES FANTÁSTICOS E INVISIBLES

-EL CANTO DE LAS SIRENAS. La seducción que viene de melodías fabulosas, que halagan los oídos y, al igual que el dulzor del loto, obnubilan la mente. La forma de combatirlo es elocuente: taparse los oídos y amarrarse al mástil. A grandes males, parece decirnos Odiseo, grandes remedios. No basta con no escuchar; hay que inmovilizarse; tomar una doble precaución.


-LAS SIMPLÉGADES, ESCILA Y CARIBDIS. Exigen mucha habilidad: Escila es un monstruo que se ve; Caribdis, un remolino que engulle y que no se ve. ¿Cuál de los dos peligros es peor? Apartarse del uno es sencillo -del que se ve-, pero se corre el riesgo de ser engullido por el torbellino que no es visible. Ni dar tanta importancia al riesgo que se ve y que con previsión se evita, ni menospreciar al que no se ve, que también con habilidad puede sortearse; en la duda, el consejo de Odiseo es evitar esta última y acercarse más a la que es más visible.
Así la violencia, la seducción de los sentidos -todos presentes en el poema excepto el olfato, que solo está aludido- y los peligros reales u ocultos son los escollos que pueden dar al traste con la ilusión del navegante y apartarla de su rumbo. El ingenio, la tenacidad y la fuerza de voluntad son las armas para hacerles frente. Los compañeros de Odiseo representan al hombre débil que va cayendo. Odiseo es el héroe popular que, sin perder un ápice de su humanidad, va resistiendo y superando las dificultades.

PERSONAJES DIVINOS


A diferencia de la Ilíada, donde todo el Olimpo está en vilo presenciando los acontecimientos, la Odisea -excepción hecha de la escena inicial de la Asamblea- cuenta con la presencia de dos importantísimas divinidades enfrentadas desde siempre: Poseidón y Atenea.


-POSEIDÓN. Es hostil a Odiseo. Desata tempestades, impulsa vientos, promueve oleaje. En el poema enmarca todas las fuerzas negativas del mar. El Egeo, el Jónico, el Mediterráneo en suma, poblado de islas, de climatología menos dura que los mares norteños, sin embargo, se presenta como un elemento adverso, como una dificultad que debe ser superada y que acaba por desmoralizar al navegante. y la violencia del mar es real; el mar existe en la realidad, no en la imaginación de los navegantes. Poseidón se encarga de recordarlo a cada instante. No han superado los marineros una adversidad cuando ya se prepara la siguiente tempestad. En ese sentido, Poseidón resulta implacable.


-ATENEA.
No deja a Odiseo ni un momento. Lo protege y le es de mayor utilidad en tierra firme que en el mar. ¿Qué sentido puede tener que sea precisamente Atenea la que protege, acompaña y aconseja constantemente al héroe? Atenea, recordemos su símbolo, la lechuza con los ojos siempre bien abiertos, representa la inteligencia. Es patrona de tejedoras e hilanderas, pero es, antes que nada, la fuerza de la mente, capaz de dominar la lanza. Odiseo representa el ingenio, la listeza, la astucia, el sentido común; Atenea completa todo eso con unas dosis de inteligencia. Con Atenea, Odiseo es invencible, sale siempre airoso, siempre triunfa.


Figuras retóricas


Suele ser bastante frecuente la división de las figuras retóricas en figuras de pensamiento y figuras de dicción. Las de pensamiento requieren una elaboración más intelectual y exigen, por lo tanto, una interpretación. Las figuras de dicción suelen potenciar el texto haciéndolo más sugerente más rico, es decir, más literario.
Otra de las divisiones posibles es basarse en el tipo de recurso empleado según el nivel lingüístico. Teniendo esto en cuenta podemos dividir las figuras retóricas en figuras de recursos sintácticos, fonéticos o semánticos. (A grandes rasgos, la mayoría de recursos semánticos se corresponden con las figuras de pensamiento y los recursos sintácticos con las figuras de dicción)
Emplearemos esta última división, ya que puede parecer más evidente.

RECURSOS FONÉTICOS
Aliteración: Combinación o repetición de sonidos en una misma frase a fin de buscar un efecto musical o sonoro.Ej: " En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba". (Garcilaso)
Onomatopeya: Casi lo mismo que la aliteración. Empleamos los sonidos de nuestro lenguaje para imitar un ruido: Crash, splass, toc-toc, bruummm...
(Puede hablarse de los efectos de estos dos recursos diciendo que son eufónicos (si suenan bien, o de forma que se considere agradable) o cacofónicos (en caso contrario).

RECURSOS SINTÁCTICOS
Elipsis, suspensión y reticencia: Son muy parecidas. Consisten en omitir algún elemento de la frase. Un verbo en el titular de un periódico (elipsis), el final de una frase porque es perfectamente previsible (suspensión) o remarcando el final para conseguir otro efecto (reticencia). Ejemplo: No se ha hecho la miel para la boca del... aquí presente. El caso extremo de esta figura es el zeugma, un figura de construcción consistente en que si una palabra aparece en el primer elemento de una enumeración, ha de sobreentenderse en los demás.
Ej: "Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza." (Cervantes)
Hipérbaton: Alterar el orden sintáctico normal de los elementos de una frase.
Ej: "Estos, Fabio, ¡ay dolor! que ves ahora,
campos de soledad, mustios collados". (R. Caro)
Asíndeton: Eliminación de nexos. Se da brevedad e ímpetu a la frase.
Ej: "Y entre las nubes mueve
su carro Dios, ligero y reluciente;
horrible son conmueve,
relumbra fuego ardiente,
tiembla la tierra, humíllase la gente". (Fray Luis de León)
Polisíndeton: El caso contrario del anterior. Utilización de más conjunciones de las necesarias.
Ej: "Y los dejó y cayó en despeñadero
el carro y el caballo y caballero" (Herrera)
Sinonimia: Es una acumulación de sinónimos. Suele indicar el deseo de precisión conceptual.
Ej: "La gloria, el éxito, la popularidad, el espejismo de ser conocido, estimado y admirado, se presenta de distinta manera a los ojos de los escritores" (Baroja)
Epíteto: Empleo de adjetivos que pueden considerarse innecesarios.
Ej: "Cual queda el blanco lirio cuando pierde
su dulce vida entre la hierba verde." (Garcilaso)
Paráfrasis o amplificación: Consiste en ampliar un modelo.
Ej: "Todo en ella encantaba, todo en ella atraía,
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluia.
Quien la vio no la pudo ya jamás olvidar." (A. Nervo)
Anáfora: Repetición de una o más palabras al comienzo de la frase o del verso.
Ej: "Aquí fue Troya, aquí mi desdicha y no mi cobardía se llevó mis alcanzadas glorias; aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas; aquí se oscurecieron mis hazañas, aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamás levantarse." (Cervantes)
Epífora: Repetición de una o varias palabras al final de frases sucesivas.
Ej: "de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones..." (Cervantes)
Epanadiplosis: Empezar y terminar un verso o frase con la misma palabra.
Ej: "¡Hurra, cosacos del desierto, hurra!" (Espronceda)
El caso contrario, es decir, emplear una misma palabra al final de una frase o verso y al principio de la siguiente recibe el nombre de Anadiplosis. Si esta figura se continúa puede recibir el nombre de concatenación.
Ej:"La justicia es todo sabiduría, y la sabiduría es todo orden, y el orden es todo razón, y la razón es todo procedimiento, y el procedimiento es todo lógica." (Benavente).
Otra variante es la llamada conduplicación:
Ej: "Yo quisiera en mí mismo confundirte
confundirte en mí mismo y entrañarte;
Yo quisiera en perfume convertirte,
convertirte en perfume y aspirarte." (Salvador Díaz)
El juego consistente en repetir las mismas palabras en diferentes lugares de la misma frase o de otras tiene más variantes: una de ellas es el quiasmo que consiste en cruzar pares de palabras.
Ej: "Llamadesme Montesinos, Montesinos me llamad" (Romance de Montesinos).
Retruécano: Repetir en una frase, con orden inverso, los elementos de otra.
Ej: "En este país no se lee porque no se escribe , o no se escribe porque no se lee." (Larra).
Paronomasia: Es un juego de palabras que consiste en utilizar dos palabras de sonidos parecidos, aunque de distinta significación.
Ej: "Por manera que en la buena república el sacerdote ora, el labrador ara" (Fray Antonio de Guevara).
Sinestesia: Es otro juego de palabras que consiste en desplazar un adjetivo de un campo sensorial a otro.
Ej: cuando hablamos de "música dura" o de "canción pegadiza".
Los últimos juegos de palabras que hemos citado suelen estar en la línea divisoria entre las figuras de dicción y las figuras de pensamiento. Faltan unas cuantas figuras, pero no están en la lista, entre otras razones, porque son menos frecuentes y porque pueden confundirse con facilidad con las que hemos enumerado hasta aquí. De todas maneras citaremos unos cuantos nombres para que, quien esté poseído por la curiosidad, busque su significado y sus ejemplos correspondientes en un diccionario, enciclopedia, o tratado específico de figuras retóricas. Así pues, serían la conversión, la complexión, la reduplicación, la similicadencia, la paradiástole, etc.

RECURSOS SEMÁNTICOS
Muchos de los recursos semánticos están relacionados con la polisemia, es decir, con aquella palabra que posee más de un significado. Así pues, en este apartado tenemos la dilogía o silepsis, que consiste en jugar con los dos significados de una palabra. Es muy frecuente en la publicidad.
Ej: "Este trabajo es una lata" (y se anunciaban botes de pintura)
Ejemplo literario: "El era un clérigo cerbatana, largo sólo en el talle" (Quevedo)
En este terreno también entra el calambur en el que se juega con las sílabas de dos palabras contiguas para producir una palabra de sentido distinto.
Ej: "La película ha sido dirigida por Richard Cutero y escrita por Richard Nizzero" (De "El Pais Imaginario").
También entran en este apartado los juegos de palabras basados en la homonimia, que son aquellas palabras que suenan igual, aunque se escriben diferente y tienen diferente significado. En el caso de la anfibología, se potencia uno de los significados en busca de un resultado chocante.
Ej: "Anita ¿qué te toca ese músico?" (Salvador Jordán)
Antítesis: Emplear palabras de significado opuesto.
Ej: "Con mayor frío vos, yo con más fuego" (Herrera)
Paradoja: Consiste en unir dos ideas que, en principio, parecen irreconciliables.
Ej: "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero
que muero porque no muero" (Santa Teresa)
Una especial variante la ofrece el oxímoron. En esta figura no se juega con ideas, sino con términos que, no sólo parecen irreconciliables, sino que lo son.
Ej: Hablar de "cruel ternura" o de un "rascacielos horizontal".
Gradación: Es una serie significativa ordenada de menos a más o de más a a menos.
Ej:"en tierra, en humo, en polvo, en sombra , en nada" (Góngora)
Hipérbole: Consiste en exagerar en la presentación de la realidad que se quiere representar. Véase, por ejemplo, el "retrato del dómine Cabra" de Quevedo o la descripción de "la serrana fea Alda" en el Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita. También es muy frecuente encontrar giros hiperbólicos en las argumentaciones de la publicidad.
Ironía: Expresar, en clave de burla, lo contrario de lo que se quiere comunicar. Exige una pronunciación cuidada. Véase, por ejemplo, el siguiente ejemplo de El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca:
"Y aquí, para entre los dos,
si hallo harto paño, en efecto,
con muchísimo respeto
os he de ahorcar, juro a Dios."
Símil o comparación: Consiste en comparar explicitamente el término real con el objeto poético. Exige la presencia de un 'como'. Véase en el siguiente ejemplo extraído de la sabiduría popular:
"El amigo verdadero
ha de ser como la sangre
que siempre acude a la herida
sin esperar que la llamen"
Metáfora: La metáfora es, en la práctica, lo mismo que una comparación, pero el 'como' se elimina. Es decir, se procede a afirmar la identidad entre el objeto real (A) y el objeto poético (B). Tendríamos, a grandes rasgos, dos tipos de metáforas: aquella en la que aparecen A y B (Tus dientes son perlas) y aquella en la que el objeto real desaparece y es suplantado por el objeto poético, es decir, sólo aparece B (Las perlas de tu boca). Algunos autores las llaman metáforas puras e impuras y otros metáforas de primer y segundo grado.
Tropos: En estas figuras retóricas existe siempre una relación de proximidad entre el objeto real y el objeto representado. Como la palabra proximidad es muy ambigua procederemos a la clasificación clásica de los tropos. Solían dividirse en dos bloques
a) Sinécdoque
• La parte por el todo o viceversa: mil cabezas por mil reses.
• El singular por el plural o viceversa: el español es valiente.
• El individuo por la especie: es un Nerón, un Mecenas, un Quijote.
• El número determinado por el indeterminado, etc,
b) Metonimia
• La causa por el efecto: las canas merecen respeto.
• El autor por su obra: he comprado un Picasso.
• El símbolo por lo simbolizado: La espada (el ejército), la cruz (El cristianismo).
• El lugar por la cosa que de él procede: un Jerez.
• Lo específico por lo genérico: no se gana el pan.
• Lo abstracto por lo concreto: el amor es egoísta (aunque esto sea también una personificación).
• La materia por la cosa que está hecha con ella: el acero (la espada) los bronces (las campanas). A esta figura también se la llama jitanjáfora.
• El instrumento por quien lo maneja: el primer violín de la orquesta.
• El continente por el contenido: ¿Tomamos unas copas?, etc.
Con este listado no se terminan, evidentemente, las posibilidades del lenguaje. Cada estilo, cada necesidad, cada autor, recurre a recursos propios o a figuras que quizás habían caido en desuso. Enumeraremos unas cuantas figuras más, aptas sólo para curiosos empedernidos, que deseen buscar sus significados y ejemplos. Algunas (no todas, ni mucho menos) podrían ser las siguientes: concesión, corrección, enumeración, preterición, epifonema, lítote (lo contrario de hipérbole), etc, etc, etc.
Incluso no debe olvidarse que hay figuras retóricas que no son juegos sintácticos ni de palabras, sino que exigen una exposición amplia y a las que se denomina, propiamente hablando, figuras retóricas. Un listado sucinto (ya que ejemplificarlas resultaría excesivamente prolijo) sería el que a continuación se detalla:
• Prosopografía: descripción de los rasgos físicos o externos de una persona.
• Etopeya: descripción de los rasgos morales o internos.
• Retrato: combinación de los dos anteriores. Si la descripción es muy viva se llama hipotiposis.
• Exclamación: Desahogo de sentimientos.
• Interrogación e interrogación retórica. Pregunta que no necesita respuesta porque se da por supuesta.
• Apóstrofe: Invocación a seres reales o imaginarios.
• Personificación: Atribuir cualidades humanas a seres inanimados o abstractos.
• Sentencia: es una reflexión profunda y tajante.
También de estas últimas figuras hay muchas más, pero nos limitamos a enumerar las de mayor frecuencia de aparición y no cansar la memoria con un listado que puede parecer, no sólo inoperante, sino también inútil. Sin embargo, quien esto piense se delatará a sí mismo, pues estas figuras retóricas son muy abundantes en el lenguaje coloquial y cotidiano, aunque las estudiemos como distintivas de otros lenguajes, fundamentalmente el literario.
En el fondo todos somos poetas y vale la pena saber qué recursos utilizamos, cómo se llaman y descubrir, si se puede, o se sabe, recursos nuevos.

sábado, 26 de enero de 2008

Las raíces comunes de los cuentos indoeuropeos


Por Antonio Rodríguez Almodóvar*

Las literaturas folclóricas, y en es pecial los cuentos de tradición oral, son una huella elocuente de cómo muchos pueblos, en tiempos remotos, desarrollaron un intenso diálogo intercultural, hoy prácticamente perdido. Ese diálogo se dio por encima de toda clase de fronteras, y fue más allá de las etnias, las lenguas, las religiones, e incluso de las culturas oficiales escritas. Los pueblos, en sus relaciones directas, habrían demostrado de esta forma ser capaces de construir un fondo de entendimiento común, que sólo la presión de las ideologías, los intereses sacerdotales y el poder belicista han estado a punto de destruir por completo. Por suerte, quedan numerosos vestigios de ese diálogo en todo el mundo, y principalmente en la amplia zona que se debe a una misma base indoeuropea, como para poder reconstruir la esperanza, al menos, de una nueva época de intercambio pacífico entre culturas. Lo que se hizo una vez, ¿por qué no otra?

Numerosos cuentos, desde la India a la Península Ibérica, los países eslavos, mediterráneos, germánicos, nórdicos y posteriormente América, comparten unas mismas raíces. Como exponente de esa vastedad podría servir el hecho de que La princesa del guisante, de H. C. Andersen, recoge el mismo motivo de otro cuento hindú, que aparece en la colección sánscrita de Somadeva (siglo III. d. C.), donde tres hermanos muy sensibles han de conquistar el favor de un rey. Como de costumbre, gana el menor, que se despierta de noche sobre un lecho de siete mullidos colchones, porque no puede soportar la presión que ejerce sobre su espalda un pelo que hay debajo del último.

Esas raíces no son sólo formales, sino que poseen mensajes civilizadores también comunes, que es posible rastrear a través de una auténtica maraña de historias, un verdadero bosque de cuentos. La mayoría de esos mensajes remiten a fundamentos arcaicos de la sociedad agraria: la prohibición del incesto, el culto a los antepasados como forma primaria de la religión -por consiguiente, el valor trascendente de lo humano-; y los ritos de iniciación para pasar de la infancia a la edad adulta. Entremedias, otros muchos sentidos derivados se van entrelazando: el rechazo del rapto y de la violación y, por contra, el reconocimiento de la fuerza emancipadora del amor, frente a los matrimonios obligados; el intento de las clases dominantes de perpetuar su poder a través de la herencia material y biológica; el miedo, consecuente, a no tener hijos, lo que da forma a numerosos relatos en torno a la fecundidad; la propia formación de la mente infantil, a través de los cuentos repetitivos y encadenados (imaginación constructiva); y los valores sociales de la justicia, en los relatos que critican el poder, si bien la mayoría de estos casi nunca pasaron a la estampa en las culturas derivadas del indoeuropeo. El dominio del lenguaje escrito por parte de escribas y clérigos al servicio del poder, lo impidió. Como también impidió que circularan otros cuentos de la tertulia campesina que se ocupaban de castigar el poder de los hombres sobre las mujeres, permitiendo que sólo pasaran a la escritura los cuentos misóginos.

Un caso claro de este importante asunto es el de La olla rota, del Panchatantra, en que un estudiante pobre, hijo de un brahman, cuelga de una pared la olla en la que guarda la harina de arroz que consigue mendigando. Durante toda la noche fantasea con las ganancias acumulativas que sacará a su tesoro (como en La Lechera), y hasta llega a imaginar las palizas que le dará a su esposa cuando se descuide en sus obligaciones hogareñas. En un ejercicio anticipado de este apaleamiento, esgrime un bastón en el aire y, sin querer, golpea la olla, la rompe y toda la harina cae sobre su cabeza. En España, el cuento de La niña que riega las albahacas (que se recoge en numerosas tradiciones occidentales derivadas de aquel viejo tronco), ejemplifica también el castigo a un poderoso príncipe acostumbrado a abusar de doncellas humildes. Pero ni uno ni otro cuento pasaron a la tradición culta europea.

De aquel origen común tan intenso, sin embargo, no es mucho lo que se sabe. La teoría de V. Propp, la más plausible hasta ahora, lo atribuye a la etapa en que la humanidad sale del bosque de recolectores-cazadores y descubre el desconcertante poder de la agricultura, esto es, el Bajo Neolítico. De las enormes contradicciones que tienen lugar en ese cambio revolucionario surgen los cuentos maravillosos. Principalmente, de las contradicciones en torno a la propiedad de la tierra, que divide a la sociedad, antes homogénea, en poseedores y desposeídos; nobles y guerreros por un lado, campesinos y esclavos por otro. En medio, los sacerdotes, que tratan de justificar esa nueva sociedad y resolver los conflictos que se dan dentro de ella, con la ayuda de los dioses, pero también del conflicto entre dioses y mortales, con variadas soluciones. Las más antiguas de éstas, curiosamente, dan resultado favorable a los humanos, como en el cuento de la princesa Damayanti, del Mahabharata (siglo V a. C.) que rechaza hasta cuatro dioses y prefiere casarse con Nala, un mortal. En Occidente ese tema está alojado principalmente en Blancaflor, la hija del Diablo.

La relación interna entre los cuentos de ese sustrato compartido ha sido muy bien estudiada por otros investigadores, como el filólogo e historiador francés Georges Dumézil en Mito y epopeya. Cabría destacar aquí, entre los muchos relatos que estudia, el de Ulises, representado en el Mahabharata por la historia de Arjuna, quien disfrazado de asceta ha de demostrar una fuerza extraordinaria, también con un arco, con el que pone en fuga a sus enemigos. Curiosamente, un motivo semejante aparece en uno de los cuentos de tradición oral más antiguos del mundo, el de Juan el Oso, que aún hemos podido recoger en nuestros días en versiones orales, trasmitidas por campesinos andaluces que no sabían leer ni escribir. Como índice de la importancia de este cuento popular, consideremos que el propio Cervantes lo llevó a la famosa aventura de “La Cueva de Montesinos”, si bien esto ha pasado desapercibido para la mayoría de los cervantistas que han estudiado el episodio, lo que da una idea, también, de la enorme distancia que todavía media entre cultura ilustrada y cultura tradicional.

Entre otros muchos cuentos de ese origen común, en la India y en Europa, especialmente significativo es el caso de El príncipe encantado, que posee numerosísimas variantes en toda esa zona del mundo (el índice de Thompson registra más de sesenta referencias). En todas ellas, bajo distintas apariencias, vibra esta fascinante narración, que ha llegado a configurar el mito relativamente moderno de La bella y la bestia. Pero antes pasó por la mitología clásica (Ovidio, Amor y Psique y Apuleyo, El asno de oro). La forma andaluza narra la historia de un pobre jornalero que tiene tres hijas muy guapas y ha de ofrecer una de ellas para el desencantamiento de un prícipe-lagarto. La más pequeña, por amor al padre, acepta el reto, acude al castillo maravilloso y se entrega por las noches al monstruo, en plena oscuridad, una vez que este se ha despojado de su piel de reptil. Así es como se enamora de él. Las hermanas envidiosas consiguen que la heroína les revele, valiéndose de una lamparilla, quién es su enamorado, contra una prohibición expresa; por lo que la muchacha ha de cumplir un castigo terrible: gastar siete pares de zapatos de hierro, llevando en brazos a un hijo que han tenido, hasta encontrarse de nuevo, y felizmente, al otro lado del mundo.

La primera versión oriental conocida se vislumbra en el Rig Veda (esto es, hace unos 3.500 años); también aparece en el Panchatantra, en el Somadeva y en el Satapatha Brahmana. En este último, se cuenta cómo la nifa Urvasi se enamora de Pururavas, un mortal. Al casarse con él le prohíbe que se deje ver por ella desnudo y así viven felices muchos años. Pero los dioses creen que ya la ninfa ha permanecido mucho tiempo entre los humanos y deciden apartarla del mundo y de su marido. En su protesta, Pururava se deja ver desnudo, gracias a la luz que producen los enviados de los dioses. Urvasi lo castiga y le pone como prueba que se reúna con él en un castillo encantado, donde tendrán un hijo y los dioses le otorgarán el don de ser como ellos, inmortal. Y así sucede.

Son evidentes las concomitancias y las diferencias de las dos variantes, la oriental y la occidental. Pero interesa subrayar la diferencia de sentido. En la forma occidental oral, la relación entre una diosa y un mortal ha sido cambiada por otra entre un príncipe encantado y una pobre campesina; en el mito clásico, entre un dios y una mortal. Este parece así haber actuado de puente entre las versiones orientales y las occidentales. Pero se trata de un espejismo. En mi opinión, lo que sucede es que, al pasar de lo oral a lo escrito, tanto en la India como en Grecia y Roma, se produce un auténtico cambio de sentido del relato prehistórico que, proverbialmente, se mantuvo en las tradiciones campesinas europeas. A partir del mensaje civilizador que reconoce la fuerza del amor para liberar a alguien de sus ataduras, el cambio operó en las formas cultas a favor del valor superior de lo divino, mientras que en la formas populares, orales, mantuvo contra viento y marea que la felicidad también es posible entre los humanos, y justamente al contrario que en la otra, desde el impulso de una clase inferior sobre otra superior. La diferencia es tan notable que pone en cuestión muchas cosas. Tantas, que se explica por qué la cultura oficial lleva siglos esquivándolas.

sábado, 19 de enero de 2008

El español en cifras


El español es, por número de hablantes, la tercera lengua del mundo. Pese a ser una lengua hablada en zonas tan distantes, hasta ahora todavía existe una cierta uniformidad en el nivel culto del idioma que permite a las gentes de uno u otro lado del Atlántico entenderse con relativa facilidad. Las mayores diferencias son de carácter suprasegmental, es decir, la variada entonación, fruto al parecer de los diversos substratos lingüísticos que existen en los países de habla hispánica. La ortografía y la norma lingüística aseguran la uniformidad de la lengua; de ahí la necesidad de colaboración entre las diversas Academias de la Lengua para preservar la unidad, hecho al que coadyuva la difusión de los productos literarios, científicos, pedagógicos, cinematográficos, televisivos, ofimáticos, comunicadores e informáticos.

Desde España se ha elaborado el primer método unitario de enseñanza del idioma que difunde por el mundo el Instituto Cervantes. El trabajo coordinado de las Academias ha cristalizado en la "Elaboración de la norma culta de las grandes ciudades", que presta especial atención a la fonología y el léxico. Es el segundo idioma hablado en Estados Unidos, que cuenta con varias cadenas de radio y televisión con emisiones totalmente en español; asimismo, y por razones estrictamente económicas, es la lengua que más se estudia como idioma extranjero en los países no hispánicos de América y Europa.

Distribución de las lenguas en el mundo

Fig. Distribución de las principales lenguas del mundo.

Lejanos ya los tiempos en que fue considerada la lengua diplomática, cuando fue sustituida por el francés, hoy es lengua oficial de la ONU y sus organismos, de la Unión Europea y otros organismos internacionales. Ha sido incluido como idioma dentro de las grandes autopistas internacionales de la información como Internet, lo que asegura la constante traducción de las innovaciones informáticas, su difusión e intercomunicación. Donde aparece más incierto el futuro del idioma es en el continente africano, abandonado por razones políticas a la voluntad de sus hablantes; no hay que olvidar que todavía sirve de lengua diplomática junto al francés para el pueblo saharaui.

No obstante, todo parece augurar si así nos lo proponemos, que en el próximo siglo será una de las lenguas de mayor difusión, y quién sabe si en momentos de deseable mestizaje no dé lugar a una lengua intermedia que asegure la comunicación con el continente americano en su conjunto.

Es importante por lo tanto, que quienes tenemos la fortuna de hablarlo, realicemos todos los días la más fuerte defensa de sus principios y su preservación para continuar con el gran legado de hombres como Cervantes Saavedra, Octavio Paz, Nebrija, Borges, Nervo y tantos más que tan bién se expresaron con ella.

A continuación muestros algunos datos y números actualizados hasta 1999 y 2004 cuando se indique.

Las cinco lenguas más utilizadas en el mundo

Superficie millones kms2

% de superficie

Inglés

39.7

29.6

Francés

20.4

15.2

Ruso

17.4

13.1

Español

11.9

8.9

Chino

9.61

7.2

Total mundo

134

Usuarios del español en países donde es idioma oficial

Número de hablantes

Población

Hablantes % población

Argentina

35,300,000

35,409,000

99.7

Bolivia

6,810,000

7,767,000

87.7

Chile

13,080,000

14,583,000

89.7

Colombia

35,850,000

36,200,000

99.0

Costa Rica

3,382,000

3,468,000

97.5

Cuba

11,190,000

11,190,000

100.0

Ecuador

11,100,000

11,937,000

93.0

El Salvador

5,662,000

5,662,000

100.0

España

38,969,000

39,323,000

99.1

Guatemala

7,270,000

11,242,000

64.7

Guinea Ecuatorial

443,000

443,000

100.0

Honduras

5,718,000

5,823,000

98.2

México

97,490,000

94,275,000

98.5

Nicaragua

4,112,000

4,632,000

87.4

Panamá

2,088,000

2,719,000

76.8

Paraguay

2,805,000

5,089,000

55.1

Perú

19,440,000

24,371,000

79.8

Puerto Rico

3,741,000

3,809,000

98.2

Rep. Dominicana

7,650,000

7,802,000

98.1

Uruguay

3,050,000

3,185,000

95.8

Venezuela

22,060,000

22,777,000

96.9

Total

332,610,000

351,706,000

94.6

Usuarios del español en países donde NO es idioma oficial

País

Número de hablantes

Alemania

140,000 (en 1997)

Andorra

30,000

Antillas holandesas (Bonaire y Curazao)

189,602

Aruba

6,000

Australia

97,000

Bélgica

50,000

Belice

130,000

Brasil

43,901

Canadá

177,425

Estados Unidos

38,800,000 (año 2004)

Francia

220,000

Filipinas

1,816,389 (en 1997)

Gibraltar

10,061

Guam

793

Israel

50,000 (en 1997)

Luxemburgo

3,000

Marruecos

20,000

Sáhara Occidental

16,648 (en 1970)

Suecia

56,000

Turquía

23,175

Islas Vírgenes

13,000

Suiza

123,708

Fuentes:
Instituto Mexicano del Seguro Social, Instituto Nacional de Estadísticas Geografía e Informática, Instituto Tecnológico de Monterrey, Secretaría de Gobernación, México, Britannica Book of the Year 1998 (events of 1997), United Nations Demographic Yearbook, Summer Institute of Linguistics, 1996, Enciclopedia Microsoft Encarta 1999, Calendario Atlante de Agostini 1997.Oficina del Censo de EE.UU. 2004