miércoles, 12 de diciembre de 2007

El susurro del lenguaje


BARTHES, Roland, El susurro del lenguaje, Barcelona, Paidós, 1994.

Escribir la lectura.

¿Nunca os ha sucedido, leyendo un libro, que os habéis ido parando continuamente a lo largo de la lectura, y no por desinterés, sino al contrario, a causa de una gran afluencia de ideas, de excitaciones, de asociaciones? En una palabra, ¿no os ha pasado nunca eso de leer levantando la cabeza?

Es sobre esa lectura, irrespetuosa, porque interrumpe el texto, y a la vez prendada de él, al que retorna para nutrirse, sobre lo que intento escribir. (…)

Así que he tomado un texto corto (cosa necesaria, dado el carácter minucioso de la empresa) (…) y me he dedicado a detenerme constantemente durante la lectura de ese texto. (…)

Ese texto (se refiere al que resulta de escribir la lectura), convendría denominar con una sola palabra, un texto-lectura, es poco conocido porque desde hace siglos nos hemos estado interesando desmesuradamente por el autor y nada en absoluto por el lector (…) el autor está considerado como eterno propietario de la obra, y nosotros, los lectores, como simples usufructuadotes: esta economía implica evidentemente un tema de autoridad: el autor, según se piensa, tiene derechos sobre el lector, lo obliga a captar un determinado sentido de la obra, y ese sentido, naturalmente, es el bueno, el verdadero (…): lo que se trata de establecer es siempre lo que el autor ha querido decir, y en ningún caso lo que el lector entiende.( …)

(…) la lectura (ese texto que escribimos en nuestro propio interior cuando leemos) dispersa, disemina (…) asocia al texto material (a cada una de sus frases) otras ideas, otras imágenes, otras significaciones.

(…) Abrir el texto, exponer el sistema de su lectura, no solamente es pedir que se lo interprete libremente y mostrar que es posible; antes que nada, y de manera mucho más radical, es conducir al reconocimiento de que no hay verdad objetiva o subjetiva de la lectura, sino tan solo una verdad lúdica; y además, en este caso, el juego no debe considerarse como distracción, sino como trabajo, un trabajo del que, sin embargo, se ha evaporado todo esfuerzo: leer es hacer trabajar a nuestro cuerpo (desde el psicoanálisis sabemos que el cuerpo sobrepasa ampliamente nuestra memoria y nuestra conciencia) siguiendo la llamada de los signos del texto, de todos esos lenguajes que lo atraviesan y que forman una especie de irisada profundidad en cada frase.

(…) Me imagino muy bien al relato legible (…) bajo la forma de una de esas figurillas sutil y elegantemente articuladas que los pintores utilizan (o utilizaban) para aprender a hacer croquis de las diferentes posturas del cuerpo humano; al leer imprimimos también una determinada postura al texto, y es por eso por lo que está vivo (…)

1 comentario:

Daniel B dijo...

Hola Daniel:

A partir de tus comentarios, no me esperaba un blog tan armado y con tanto despliegue gráfico. Sos muy modesto.Muy interesante el material que incluís.
Bienvenido a la blogósfera. (sé que esta frase tiene un tufillo sectario, pero por ahora, no hay otro término)